Lo primero es que el paciente se reúna con el médico para realizar una minuciosa historia clínica. En esta consulta el paciente expone sus problemas y preocupaciones y el médico le planteará el tratamiento indicado para alcanzar sus objetivos, así como si existen sinergias con otros tratamientos.
Si no existe contraindicación para llevar a cabo el tratamiento, se entrega y firma el consentimiento informado con las especificaciones relativas a la ejecución del tratamiento y (si el paciente lo permite), se realizará una fotografía del antes y del después.
El tratamiento es ambulatorio y tiene una duración aproximada de 30 minutos, dependiendo de la zona a tratar o del protocolo elegido.
El procedimiento es mínimamente invasivo y casi completamente indoloro.
Para los pacientes especialmente sensibles, el médico puede sugerir una crema anestésica o anestésico local para aplicar localmente en la zona a tratar con el fin de aliviar la pequeña sensación de malestar generada por la punción.
Tras la sesión, el paciente puede salir de la consulta y reanudar inmediatamente sus actividades cotidianas.